Con una sensibilidad innata que lo caracteriza entre cuerdas, Agustín Luna es un guitarrista marplatense de gran trayectoria con la música a nivel nacional e internacional. Nació en La Plata en el `81 pero se siente más marplatense que platense porque a los 10 años se vino a vivir a la ciudad y la mayoría de su familia también se instaló acá. Actualmente vive en San Telmo, lugar en el cual tocó en la calle por más de 12 años y le dio una experiencia que no se compara con cualquier otra a pesar de haber tocado en varios lugares del mundo. Si bien sus padres no son músicos, dos de sus tías son violinistas y violonchelistas de orquesta clásica por lo que, a la hora de decidir qué estudiar y qué hacer de la vida, eso le sirvió para enfocarse en que, si realmente uno desea vivir de la música, puede dedicarse a eso que tanto lo apasiona.
Ida y vuelta con este gran artista que se presentó en Chauvin el pasado 7 de abril estrenando la sala junto a la gran Silvia Sab.
¿Cuándo comenzaste a tocar la guitarra?
Empecé a tocar la guitarra a los trece años con distinta música. Muchas canciones de Charly y de rock nacional e internacional, pero, rápidamente el profesor de guitarra que yo tenía me enseñó algunos tangos y cosas folclóricas. El espectro musical se amplió rápidamente y me conecté con la música argentina, con el tango y con el folclore y, no sé por qué, pero prendió esa música.
¿Sentís que es un género que quizás tiene menos repercusión que otros?
Me parece que, masivamente, son géneros que tienen menos repercusión. También hay dentro de un perfil sociocultural de personas, un público para esa música y una resistencia cultural a cuidar y a alimentar esa música nuestra. No como un museo o una música que esté estática, sino darle brillo y valor. Se valoran las nuevas composiciones dentro de estos géneros, hay todo un fenómeno más conocido en el tango, pero en el folclore también.
¿Cómo definirías tu estilo?
Creo que tomo cosas de los estilos que me gustan: del tango, del folclore, de la música clásica que también estudié. De otros géneros como el rock, un poco el jazz, algo de eso se escucha.
Mi música es mi manera de componer, mi manera de arreglar, que está enmarcada en la música argentina pero nutrida de otras experiencias desde la impronta propia. Con esto lo que suele pasar es que aún la gente que casi no escuchó tango o folclore igualmente encuentre puentes, guiños, vasos comunicantes en el concierto para conectarse con la música y disfrutar del concierto.Siento esa conexión con el público. Tengo buen feeling. Es un concierto en el que uno encuentra lugares donde identificarse.
En Chauvin te presentaste junto a Silvia Sab, ¿Cómo fue el espectáculo?
Hicimos algunas partes a dúo con Silvia y algunas partes solistas. En el caso también de la parte solista mía, además de las categorías de tango o folclore está la guitarra, como instrumento y como solista. Con arreglos, con composiciones, con cosas que suena muy de la guitarra y comunica en el concepto del solista que no está tan presente. El concierto con Silvia es un encuentro de generaciones. Ella es una generación arriba y tiene una manera tradicional de cantar el folclore y el tango, pero, a la vez es muy curiosa y canta canciones de compositores nuevos. Está siempre atenta a ver quién está tocando bien.
A la hora de prepararte para un show, ¿Difiere en la cantidad de espectadores?
No, la verdad que no. La responsabilidad es parecida incluso hay veces que entre pocos personalizas más.
Si bien tocas en todas partes del mundo, ¿qué es lo más lindo de tocar en Mar del Plata?
Con Mar del Plata me comunico mejor que con Buenos Aires. Presento algo y en Mar del Plata va más público, van mis amigos, hay una onda, hay hambre de cultura. En Mar del Plata esa semillita cultural siempre estuvo prendida y alimentada para que crezca. Nos presentamos en distintos lugares y siempre algo de gente va a haber. Tengo esa confianza. Además, hay un clima familiar, hay una cosa de amigos, de amigos músicos y de gente periférica de la música pero que están atentos a lo que pasa.
¿Qué se siente para vos comunicarse a través de una guitarra?
Ese vehículo tal vez nació de una gran timidez cuando empecé. Era un chico muy tímido y era como un escudo y mi vehículo de comunicación. Tal vez me costaba hablar, pero al tocar la guitarra era el momento en que me podía poner en el centro y hablar con un determinado lenguaje que son las cuerdas y las notas. También un lugar de identidad, “Agustin no viene si no es con la guitarra”. Pero es algo que se dio desde esa comunicación, desde ese amor por la guitarra.
Tocaste en la ballena del CCK, en el Colón y en un sinfín de lugares, ¿Qué experiencias se te vienen a la mente y recuerdas con mayor satisfacción?
Siento que toqué en el Colón, toqué en la Ballena y en algunos lugares del exterior considerados prestigiosos. Siento una enorme responsabilidad tocando en esos lugares, es una gratificación muy grande la de compartir mi música con sólo seis cuerdas y gente escuchando. A la vez, tengo un costado de la calle porque toqué doce años en la feria de San Telmo los domingos para turistas en un puesto hermoso donde vendíamos discos. Empezábamos a las diez de la mañana y terminábamos a las seis de la tarde tocando, pero, a la vez era una gratificación. Era un lindo escenario. El artista hace a la ficha y no la ficha al artista.
¿Qué proyectos tenés para lo que resta del año?
Estoy tocando solo y también con cantantes como Noelia Moncada acá en Buenos aires. También estoy haciendo algunas cosas con Juan Falú. A mediados de año viajaré a Europa porque tengo un festival de tango en agosto en Francia y algunas fechas en Alemania y Suiza.